Después de la muerte de Sergio Mendívil, la situación se pone aún más tensa para el Zurdo. A pesar de las amenazas y el riesgo de su vida, decide no abandonar la investigación. Es como si todo lo que había descubierto hasta ese momento solo fuera la punta del iceberg y ahora estaba empezando a ver lo profundo y peligroso que realmente era el asunto. El Zurdo empieza a atar cabos que lo llevan a descubrir una red de corrupción mucho más amplia de lo que había imaginado. Hay gente poderosa detrás de todo esto y no solo está en juego la vida de Mendívil o Canizales, sino algo mucho más grande: el control sobre territorios, dinero y el poder político. A lo largo de la historia vemos cómo el Zurdo va enfrentándose no solo a los criminales, sino también a la gente que debería estar del lado de la justicia, pero que en realidad son parte del problema. Se empieza a dar cuenta de que no puede confiar en nadie, ni siquiera en los suyos y la soledad se va volviendo un peso más en su vida.

Una de las cosas que hace el Zurdo es acercarse a personas que podrían saber algo, aunque no siempre son las más confiables. Habla con gente del bajo mundo ligados al narcotráfico o con conexiones que podrían tener información sobre lo que está pasando. Estos informantes por lo general no se sienten cómodos hablando, así que el Zurdo tiene que ganarse su confianza poco a poco, a veces les promete favores o protección, aunque sabe que eso lo pone en un terreno muy peligroso. 

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